Tuesday, October 28, 2008



Cualquier intento académico de definir la galaxia Miguel Collazo, que sin duda es uno de los fenómenos más raros de la narrativa cubana contemporánea, tendrá siempre el insalvable y obvio defecto de no alcanzar la multiplicidad simultánea de perspectivas. Realismo simbólico, lírica filosófica, fantasía humorística, imaginación distópica, realismo “sucio”, ficción súbita y fabulación gótica son algunas de ellas. Y, al final, un solo Collazo. O, para decirlo con cierta precisión, una sola actitud ante la literatura.

Have algún tiempo, mientras veía una película de carácter documental sobre el imaginario de lo bizarro y de la muerte en varias culturas —incluido el espacio urbano-centralizador de lo que se denomina Occidente—, vi algo que me dejó sin habla: la autoinmolación real de un monje budista, por medio del fuego, seguida de la imagen sobrecogedora y casi fantástica de un flamenco blanco en pleno vuelo.[1] Las dos imágenes son muy fuertes y apelan a zonas distintas de nuestra sensibilidad y nuestra experiencia, pero más intenso aún, por misterioso y revelador, es el lazo que las une, la contigüidad metafórica con que se manifiestan.

Algo así ocurre con las mutaciones de Collazo, en quien el paso del monje en llamas al flamenco blanco que vuela es de una violenta sencillez. El autor de El hilo del ovillo, una novela hiperrealista y de sesgo alegórico, parcialmente anclada en la ensoñación del suicidio y dada a conocer en 1998, comenzó su trayectoria como narrador con un texto experimental de ciencia ficción —El libro fantástico de Oaj, de 1966—, al que le siguió El viaje (1968), que es, bien leída, una novela psico-filosófica. Una aventura ambientada en un planeta lejano y donde, en última instancia, lo que percibimos es una grave meditación sobre la verdad en un espacio mental y de búsqueda extremada.

Al final, todos estos comentarios se concentran en la pregunta sobre la dimensión literaria de un hombre. Él, individualidad de tantos rostros, discreto hacedor de mundos, arqueólogo de su cotidianidad urbana, es como un escoliasta del naufragio (y la salvación) a que se exponen lo incierto, lo dudoso y lo vacilante. Y sobrevivió a esos asedios y venció, por desgracia, la tentación de vivir. Leyendo las Estancias, tenemos la impresión de que para Collazo apenas existe un Creador metafísico y que la resurrección del cuerpo es un mero deseo del ensueño y la piedad.

Ahora, con la reaparición de Onoloria, El arco de Belén y Estancias, piezas definitivas e imprescindibles para calibrar su huella en la literatura cubana contemporánea, comprenderemos mejor por qué Miguel Collazo se ha transustanciado en un mentor cuyas lecciones esenciales son el acendramiento de las formas, la mirada plural del hombre despierto ante sus dioses y sus sueños, y la ética insobornable del escritor que abre sus ojos, sin miedo, ante la descomposición y la impiedad de nuestra época.

Excerpt from: http://www.lajiribilla.cubaweb.cu/2007/n296_01/letrasolfa.html
Feliz Cumpleaños Tio, que en paz descances. Tu sobrina que siempre te adora y no te olvida--Yoli.

5 comments:

A Cuban In London said...

Admito que no conozco la obra de Collazo pero me encanta que resaltes su individualidad, en tiempos en que la palabra ha adquirido un mal significado.

Excelente articulo.

Saludos desde Londres.

redmaryjanes said...

I wish I was bilingual. I love go and vote post though!

Mamacita said...

Tampoco conozco las obras de Collazo. Yo creo que no las podria entender en Espanol y me imagino que no traduzcan bien. Verdad?

Vivian M said...

Que hermosa dedicacion a tu tio. Me imajino que era una persona excepcional. Que en paz descance.

Martin Rheaume said...

Gracias por este articulo. Me han dado ganas de conocer este autor. Yoli, tu que lo has leido. Me pudieras recomendar un titulo para empezar?

-Adriana

(el otro comentario sobre Poe tambien lo hice yo.)
Un saludo...